La faringitis es la inflamación de la mucosa de la faringe y provoca, generalmente, dolor de garganta, irritación y fiebre, además de hinchazón de las amígdalas, las populares anginas, ya que la infección de la faringe en los niños suele conllevar a padecer amigdalitis. La faringitis en la garganta de los niños puede estar causada por una variedad de microorganismos. En el 90 por ciento de los casos, el responsable de la infección es un virus y la faringitis forma parte de un resfriado común. En el 10 por ciento restante, la faringitis se debe a causas bacterianas. La bacteria que suele causar la faringitis o amigdalitis es el estreptococo del Grupo A que produce la faringitis estreptocócica. Sólo mediante el análisis de una muestra de cultivo faríngeo se puede determinar si se trata de un virus o de una bacteria.
Cuando el bebé padece faringitis, tiene dolor de garganta y éste no le deja comer o llora cuando lo alimentamos. Si ya puede expresarse, se quejará de que le escuece la garganta y si abre la boca, y observamos su garganta a la luz, podremos ver que está roja y brillante. Los síntomas adicionales dependen de los organismos subyacentes. Así, la faringitis estreptocócica puede estar acompañada por fiebre, dolor de cabeza y ganglios linfáticos inflamados en el cuello, mientras que la faringitis viral puede estar asociada con moqueo y secreción posnasal. Los casos severos de faringitis pueden estar acompañados por dificultad para deglutir y, rara vez, por dificultad para respirar.
Las complicaciones de la faringitis estreptocócica pueden incluir fiebre reumática aguda, insuficiencia renal y enfermedades graves tales como bacteremia y el síndrome de shock tóxico por estreptococo. La mayoría de los casos de faringitis se presentan durante los meses más fríos, durante la estación invernal, donde son frecuentes las enfermedades respiratorias. Es común el contagio entre los miembros de la familia.
La faringitis viral se trata con paracetamol o ibuprofeno para aliviar el dolor de garganta, la fiebre si la hubiere y el decaimiento. La inflamación suele mejorar haciéndo gárgaras con agua salada y tibia, seis veces al día, cuya proporción debe ser de una cucharadita de sal por vaso de agua. Conviene alimentar al niño con una dieta blanda por su dificultad para tragar. En cambio, si la faringitis es bacteriana se indicará un antibiótico. A las 48 horas ya no habrá riesgo de contagio, el niño se encontrará mejor e incluso podrá volver a la escuela infantil o al colegio.
Se debe buscar asistencia si se desarrolla un dolor de garganta persistente que no se resuelve en unos cuantos días o si se tiene fiebre elevada, ganglios linfáticos inflamados en el cuello o erupción. Si el niño no puede abrir la boca o no puede tragar, si está decaído o pasivo, tiene la boca y la piel seca y con manchas, o fiebre constante a pesar de los medicamentos, debe acudirse a Urgencias.
Las complicaciones posibles de una faringitis estreptocócica incluyen la fiebre reumática, inflamación del riñón, corea, bacteremia (infección del torrente sanguíneo) y, excepcionalmente, el síndrome de shock por estreptococo. En algunas formas severas de faringitis (p, ej. faringitis por mononucleosis severa), se puede presentar obstrucción de la vía aérea. Es posible que se presente un absceso peritonsilar o un absceso retrofaríngeo.
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